Por Carlos Semorile
En 1922, con apenas 16
años, Eusebio Dojorti regresa a Huaco luego de recorrer la patria de punta a
punta. Allí, en una comarca que habiendo conocido tiempos mejores ya había
comenzado a languidecer, oficia de “traductor” para su pueblo sobre los cambios
y progresos que se daban en el país argentino. El siguiente texto revela que,
desde muy joven, el futuro Buenaventura Luna poseía una conciencia moderna y
lúcida sobre la necesidad del desarrollo para integrarse al futuro.
Quien adquiere en la infancia el hábito de la lectura al margen de los textos escolares, está siempre más expuesto que otro cualquiera a echarse tempranamente por los caminos del mundo. Es el caso de Buenaventura Luna. A los 16 años estaba de vuelta en su pago. Y ya refería a las personas mayores las mil incidencias de su caminar errabundo. Así se enteraron los “Tata Viejos” de Huaco que en Villa Valeria se feriaban muy baratas las vacas; que en Comodoro Rivadavia se reclamaban brazos y pulmones “juertes” para los nuevos trabajos del petróleo; que en San Rafael comenzaban a invernar haciendas destinadas a Chile; que Zárate había nada menos que una fábrica de papel; que en el Litoral y
No hay comentarios:
Publicar un comentario