Pero volvamos a Ricardo Dojorti y al retrato que de
él hiciera Juan Rómulo Fernández “antes
de que llegase a ver minadas sus acciones políticas y sociales, y presintiera,
pues, que su trabajo iba a resultar estéril”. “Tenía interés en tratar a esta persona porque me habían dicho que era
la platita labrada de Huaco, queriendo con ello señalar al hombre más
civilizado del lugar. Hablé con él a la luz de la luna. Su casa tenía el
aspecto de cualquier antigua casona de campo; y así su esposa, que era una
magnolia, resultaba un regalo ofrecido en vulgar cacharro. De la conversación
con Ricardo pude sacar en limpio que este mocetón era un espíritu que iluminaba
una torre de marfil (…) Cuando no andaba arando la tierra, sembrando o
trillando, estaba en la casa con un viejo librote en la mano, y tan abstraído
en remotos mundos que no sentía ni cuando iban a avisarle que la mesa estaba
puesta” (1).
Esta semblanza de Ricardo Dojorti es la de un
tremendo lector, con un interés manifiesto por la filosofía política. Y
nosotros queremos señalar que la lectura no es un acto inocente, ni está exenta
de riesgos. Don Ricardo Dojorti supo leer en los libros, y también en la
realidad. Gracias a ello, pudo escribir a favor de su pueblo y con evidente
amor por su tierra y por su gente.
Para finalizar, apuntemos que, como contaba su hija
Marina Dojorti, “don Ricardo Arístides, también sabía tocar y cantar, pero era
para él nomás” (2).
Y que además se le animaba a la poesía:
Padre: en las recias luchas de la vida,
cuando mi pobre voluntad flaquea,
¿Quién sino tú me alienta en la caída?
¿Quién, sino tú, me ayuda en la pelea?
Todo es mentira y falsedad y dolo,
todo en la sombra por la espalda hiere;
sólo tu amor ¡oh, padre! tu amor sólo
En su evocación de Eusebio Dojorti del Mazo, el poema
no refiere a ninguna situación específica, pero nada cuesta imaginar que la
amargura que traslucen las palabras de Ricardo Dojorti está vinculada a sus
luchas por llevar el ferrocarril a Jáchal.
Sin embargo, no todas fueron tristezas. Juan Rómulo
Fernández, maravillado ante la singular dicha de los huaqueños, lo consulta a
don Ricardo: “¿Y aquí todos son felices?,
pregunté a Dojorti. Y él me respondió: Trillan con yeguas y no tienen
vencimientos en los bancos” (4).
Por Carlos Semorile.
Notas:
1. En Huaco, hondonada de piedra, ob. cit.
2. “Marina Rosalba Dojorti, evoca a Don Buenaventura
Luna”, artículo de Juan Romero publicado en el Diario de Cuyo del domingo 13 de marzo de 1996.
3. “A mi padre” (fragmento), poema recopilado por Hebe
Almeida de Gargiulo y José Casas en Desde
todos los rumbos de la estrella, Textos inéditos de Buenaventura Luna (Universidad
Nacional de San Juan, 2006).
4. En Huaco, hondonada de piedra, ob. cit.