El Pensamiento de Buenaventura Luna
sábado, 27 de agosto de 2022
“¿Cómo voy a perdonar a mis lectores… si ya les he publicado todo?”
Por Carlos Semorile
Seguimos publicando fragmentos de los libros dedicados a Buenaventura Luna, con la idea de ver de qué modo fue considerado por algunos de sus contemporáneos. En este caso, la semblanza la tomamos de la primera biografía que las profesoras jachalleras Mercedes Gallardo Valdez y Elba Peluso de Grossi editaron en 1962, “Buenaventura Luna, mensaje de tierra adentro”. Nos interesa destacar lo que aquí dice Dojorti respecto de que su obra fue siendo publicada con mi firma o sin ella… con seudónimos diversos, en diarios y revistas”, e inclusive agrega “por radio, en fin”, de modo que habría que admitir que él consideraba que el fugaz tiempo de la radio era una manera de dar a conocer su pensamiento -no menos importante que las otras-, y que admite haber utilizado diversos seudónimos y no sólo el de Luna:
“En una
oportunidad un periodista lo entrevistó, y quizás con intencionada y noble
actitud, le recordó que el poeta sanjuanino Antonio de
De
Y con humildad e ironía agregó aún: ¿Cómo voy a perdonar a mis lectores… si ya les he publicado todo?”.
miércoles, 3 de agosto de 2022
viernes, 29 de julio de 2022
De Eusebio Dojorti a Juan Pablo Maestre
(Foto: Valentina Parajó para “Perfil”)
Uno de los cuadros que pintó Deira está basado en la tapa de la revista “Así” del 22 de julio de 1971, en cuya portada apareció la imagen del cuerpo supliciado de Juan Pablo Maestre (hijo de Dojorti y de Olga Maestre), quien había sido secuestrado días atrás junto con su compañera y esposa Mirta Misetich, quien continúa desaparecida.
La serie "Identificaciones" -inusual en la obra de Ernesto Deira- fue exhibida en Buenos Aires a fines de 1971, y casi enseguida viajó a Chile, de donde pudo ser rescatada por su familia recién este año y luego de mucho batallar.
El cuadro inspirado en la imagen del cadáver de Juan Pablo Maestre es el que puede verse en la página del MNBA, y se completa con una versión de la "Lamentación sobre Cristo muerto" del italiano Andrea Mantegna (un pintor del Quattrocento), obra que para muchos tiene una asombrosa semejanza con la del cadáver del Che Guevara expuesto en la lavandería de Valle Grande.
Sea como fuere, el hecho es que los cuadros de Deira -y, entre ellos, la obra sobre Juan Pablo y el Cristo muerto- estuvieron en Chile al mismo tiempo que los Maestre nos exiliamos en el país hermano debido a la persecución de la dictadura de Lanusse.
Y que un 29 de
julio vuelve a unir los nombres de Eusebio Dojorti y de su hijo Juan Pablo
Maestre, del mismo modo en que ya están enlazados su pasión por
https://www.bellasartes.gob.ar/exhibiciones/se-exhiben-en-el-bellas-artes-las-obras-de-ernesto-deira-restituidas-desde-chile/
martes, 14 de junio de 2022
“Entre un milagro y un misterio”
Así reflexiona uno de los personajes de “Metabolismos”, el libro de cuentos de Hugo Fernández Panconi, y aquí lo tomamos como síntesis de su capacidad para hacernos partícipes de ese vaivén entre el milagro de vivir y el misterio que nos espera al final del viaje. No es la metafísica el asunto de estos relatos, aunque por allí se cuele un sueño donde Dios intenta suicidarse: es, más bien, la muy terrena experiencia de quien aprendió a caminar “con el horizonte como guía y destino”.
Alguien que fue y vino muchas veces en “su eterno retorno interior”, y en ese trajinar alcanzó una mirada que es capaz de evocar las virtudes y los defectos de sus paisanos de Villa Atuel -y de otros que se cruzó en distintas latitudes-, sin ensalzarlos ni condenarlos. No desconoce que “el dolor se reparte ágil, con su especial capacidad de ahondar el daño”, pero sabe que debemos ganarnos el tiempo que nos toca y comprender que “la tristeza y el dolor producen a veces efectos tan bellos”.
Hay historias duras sobre quienes han recibido demasiados repasos sobre el lomo acerca de haber nacido para “recibir y aguantarse”, pero también está presente “esa astuta estrategia de la paciencia ‘esperante’” que enseña que no hay derrotas definitivas y que la solidaridad corrige lo que el egoísmo desbarata. Porque la “gente de plata” es “gente como cualquiera”, y ni siquiera ellos pueden evitar que uno escuche el “mejor latin jazz-rock fusión de la tierra de don Félix Dardo Palorma”.
Son las bendiciones de una tierra que sigue ejerciendo el influjo de un pasado que brindó felicidad a raudales –“El pueblo y todo alrededor, era como un patio de juegos para los pibes”-, y que hoy se debate entre un presente sin perspectivas y una nostalgia bien anclada en “la diferencia” entre el progreso aparente y lo que no debiera perderse. Y aquí es donde Panconi percibió que “Los sonidos, sin alcanzar a ser un discurso musical, se suceden como el agua que busca su cauce”.
Si se escucha de esta manera es porque la mirada ha conquistado una meditada piedad que aquí se nos ofrece aún bajo los relatos más extremos, y por eso como lectores sentimos que también nosotros somos los que hacemos el pan y, cuando lo sacamos del horno, un “sentir pleno” nos abraza. Porque Panconi tiene, como pedía Favio, la estética a la derecha y la gente a la izquierda, entibiando los corazones.
lunes, 16 de mayo de 2022
Mama Luna
(Foto de Antonio
Santos en la localidad El Médano, San Juan, previa al eclipse de anoche)
MAMA LUNA
Buenaventura Luna
Tu destino es como el mío,
Mama Luna, por lo incierto:
un reflejo de laguna,
plena luz en un desierto.
Me voy pareciendo al año
primitivo de tu cuna:
y estoy maldito de daño,
media luna, media luna.
Soy tu luz en el sendero
celeste de lo infinito…
Yo te anuncio sin un grito,
soy el lucero, soy el lucero.
De oriente vienes naciendo,
tu nombre es antiguo y raro
y yo te miro, sabiendo
que lo mejor es ser claro.
Si lo mejor es ser claro
en la dicha y en la pena,
yo evoco tu nombre raro
esta noche, luna llena.
Y si te vas a morir
como todo lo que vive,
no te quedes a mentir
en el fondo de mi aljibe.
Vete a morir en lo triste
donde muere todo grito,
Mama Luna, tú que diste
la razón de lo infinito.
Yo te sigo por viajera
y porque quiero entender
si una mujer en la espera
es un querer, un querer.
Si te caes, Mama Luna,
alguno habrá de decir
que te alzaste de tu cuna
solo a parir, solo a parir.
Hablen del sol los mayores
poetas del tiempo eterno.
Yo adoro tus resplandores,
Mama Luna, yo soy tierno.
Mama Luna, yo tenía
un dolor que agradecerte:
el vivir en agonía
y la pena de quererte.
Mama Luna, por lo que eres
yo bendigo tu pasado
y entre todas las mujeres
tu pasión y tu pecado.
Si eres así, Mama Luna,
qué puedo hacer por salvarte,
si alguna noche, si alguna,
pudieras luna, quedarte.
Si alguna noche pudieras
quedarte firme en el cielo
tú vieras, luna, tú vieras
cómo es de grande mi anhelo.
Tú vieras en noche oscura
alumbrada por tu clara
la fecunda preñadura
de mujer que yo preñara.
Tú vieras, nocturna luna
y aunque antes nadie lo dijo,
una blancura de cuna:
blancura porque es de mi hijo.
viernes, 13 de mayo de 2022
Por el derecho al delirio
(Este es un texto de los que Luna llamaba “escrito de una sentada”).
Desde ayer a la mañana me solivianta una suerte de síndrome de abstinencia. El motivo es que "antier" nos juntamos con los amigos y compañeros José Casas, Cristian Mallea y Hugo Fernandez Panconi, y fue uno de esos encuentros bendecidos donde todo fluye: la charla, las ideas, las miradas sobre una realidad que no nos gusta porque es fiera y lo achata todo, y la fraternidad en las ganas de que no sigan creciendo poetas, músicos y pintores que no saben que lo son. Saldrá con este nombre u otro pero al menos escribiremos, como dice Casas, "Una historia del agua y de la sed". Un crónica nuestra y para nosotros.
Carlos Semorile.
martes, 10 de mayo de 2022
Dos intervenciones jachalleras de José Casas
El tan mentado
regreso a la presencialidad tras el período pandémico (aunque los casos en
Ayer lunes, en
el cierre del Día de San Juan, el marco era el solemne salón José Hernández, ubicado
en el recoleto pabellón rojo donde se parapetan las corporaciones
comunicacionales que hacen y deshacen. Primero se presentó el “Diccionario de
Después fue el
turno del libro póstumo de Reina Domínguez, “Romanza de lo vivido”, y aquí José
supo saltarse todos los preámbulos y los agradecimientos caretas, para revindicar
el gesto que su amiga tuvo para con él cuando fue primero secuestrado y luego
preso por
Inclusive supo doblegar su pudor y contó cómo sus torturadores se burlaban de un poema suyo que le habían rapiñado y que profetizaba que “el cielo se atronó de pájaros negros”. Los verdugos que se reían porque “esto no es poesía” son los que hoy cumplen condenas por delitos de lesa humanidad. Y el supliciado, el entonces militante comunista José Casas, fue quien anoche habló desde la fraternidad para contar la deuda de compañerismo que tiene con Reina Domínguez.
Finalizado el acto comenzó el “selfismo”, ese mal de los tiempos que corren y al que son tan afectos los funcionarios de un país que tiene a la mitad de su gente viviendo de las sobras: ¿de verdad creen que a alguien le importa que ellos se promocionen al lado de quienes sí se animan a seguir pensando en términos de patria y humanidad?
Y como ambas palabras son inescindibles, nos parece que es preciso terminar esta crónica con el poema que abre “Lunas y territorios” y que, estamos seguros, va a perdurar entre lo mejor de la poesía jachallera:
LOS JACHALLEROS
Aquí nosotros. Así
nosotros. Entre estas cosas que vivimos
y que nos tienen
ocupados y preocupados en el mundo.
Porque se trata de los
oficios y los menesteres del pueblo.
De las ocupaciones y
preocupaciones de cada día.
Porque en el suceder
de las cosas y los hechos de la vida,
están nuestros
rencores y nuestras ternuras,
nuestros sufrimientos
y alegrías de hombres y de mujeres
en la urdimbre misma
de los rituales,
las creencias, la
ciencia que la gente desarrolla.
Nuestro destino
pareciera ser la pobreza y las despedidas.
Toda la suerte se
aleja de nosotros, pero regresa.
No existimos en
ninguna lluvia y sin embargo la amamos.
Porque es cierto.
Cuando hablamos de nosotros
se trata en realidad
del fuego y de su muerte.
Se trata del viento y
de sus ventisqueros.
Se trata de las casas
y los ranchos, del agua, de la cebolla,
de los derrames en el
río, de los cantos, la poesía, las fiestas que celebramos.
Se trata entonces de
la vida de cada uno, de la vida compartida
entre cielo y tierra,
entre todos nosotros.
Nosotros apenas estos
pequeños, inmensos seres humanos.
Se trata de todos, del
amor y de los enamorados,
del dolor y de los
dolientes, de Jáchal y los jachalleroos,
se trata de nuestros
santos y nuestros diablos,
de esta tierra, de
nuestra historia y nuestros pesares.
Se trata de las
señales que da la tierra.
De todas las
conversaciones, de todas las sangres.
Del mundo que
caminamos. Yo entre todos los nosotros.
Hemos nacido entre las
montañas, entre el viento y la lluvia.
Somos de aquí. No
podemos ser de todas partes.
Porque de tanto andar
no vamos a ninguna parte-
Porque ser de todas
partes es ser de ninguna.
Mientras llueve,
llueve sin cesar sobre mi territorio.
viernes, 6 de mayo de 2022
jueves, 5 de mayo de 2022
“Cantar es conversar con música”
Por Carlos Semorile
Con esta nota comenzamos una serie de rescates de cómo aparece Eusebio Dojorti/Buenaventura Luna en los libros o artículos de quienes fueron sus amigos, o en los ensayos de distintos investigadores.
El extracto que ahora compartimos se
encuentra en el libro Nosotros, los
sanjuaninos, del historiador Rogelio Díaz Costa, editado póstumamente en el
año 1972. Así lo retrataba su amigo y compañero:
“Había
llegado al imperio cosmopolita, no solitario de tiempo y de amigos; llegaron
ambiciosos de cubrir un sector ignorante de rincones de la patria, asomada en
laderas de belleza inenarrable, de sonido de valles perdidos en la grandeza
indómita del Ande.
Lindo
grupo aquel de cuyanos, de casi todas las zonas. Mendoza,
A “él”
lo conocí en el ya desaparecido “Tupí-Nambá”, frente al Congreso; un estaño
largo pintado de color verdoso pálido que se confundía en rituales de semillón.
Ahí estaba de pie, semi inclinado y absorto en el tema íntimo de filosofía
sentenciosa: Juan Sarcione, Florencio Molina Campos, Sara Zemann, René Ruiz,
Hilario Cuadros; heterogénea pléyade de que se ha ido desgranando en el rosario
hereje de la ausencia postrera.
Varios
encuentros más y aquel apretón de manos inicial se convirtió en obligado y mudo
alzar del vaso ambarino de recuerdos y estimulantes de oratoria. “¿Sabés lo que
es cantar?”, me insinuó una noche y la respuesta no se me borró jamás. “Cantar
es conversar con música”.”
Tomamos hasta aquí el relato del periodista
sanjuanino que, sin mencionarlos en ningún momento por sus nombres, primero
habla de los integrantes de
miércoles, 4 de mayo de 2022
lunes, 2 de mayo de 2022
“Pueblo soy…”
Por Carlos Semorile
Casi al inicio mismo de “Olga y Eusebio, papeles resguardados al rescoldo del amor”, dijimos que no podíamos brindar un rescate total de los escritos Dojorti/Luna, pero que aún así contábamos con algunos materiales que valían como valiosa síntesis de su pensamiento. Este que hoy compartimos es uno de ellos, y lo transcribimos tal como aparece en aquel libro que editamos en el año 2006:
“Una multitud de papeles
reclaman nuestra atención y todos piden ser el elegido que tenga la
responsabilidad de abrir un camino de lecturas que nos lleve hasta el último de
los escritos rescatados en esta empresa que ahora emprendemos. Todos o, mejor
dicho, casi todos son de Luna-Dojorti -algunos más Luna, otros más Dojorti-,
pero éste que finalmente escogemos nos parece que tiene la virtud de hablar de
los dos. Se trata de un fragmento inconcluso de una intervención radial;
escuchemos a...:
Luna - Esta noche es difícil para mí...: me tengo que mandar la
parte..., como dicen los buenos dialécticos de ahora. Es decir, tengo que
hablar un poco de mi mismo. Y tengo que hablar un poco de mi mismo, porque son
muchos los que me preguntan que de dónde saco yo tanta sentencia, proverbio,
refrán, copla, décima, retruécano, cantar o dicharacho como los que van pasando
por estos programas.
Si yo fuera Chésterton, respondería como su “Padre Brown”: “Para
contestar a pregunta semejante..., no tengo más remedio que escribir un
libro...”. Pero yo no soy Chésterton ni el Padre Brown..., ni tengo ganas de
escribir un libro.
Y respondo sencillamente: me apelativo Buenaventura Luna porque soy
pueblo. PUEBLO, en la más intensa y noble extensión de la palabra. No me caso
con nadie, aunque me salgan novias, porque ni sueños me engañan ni me tientan
ambiciones.
(Pero es menester que antes explique por qué
soy PUEBLO).
PUEBLO SOY, primero, por infinito,
insobornable amor al semejante; y, después, porque he sufrido la experiencia de
casi todos los oficios: he sido, elementalmente, un fugitivo...: muchacho
ladrón de frutas verdes en los huertos de mis mayores..., peoncito de hachas en
el monte de fajinas y de azadón y pala en los predios labradíos de mi padre...,
cabaierito cordator de adoboes -como dicen los chilenos-, arriero de tropillas
en Móquina, tropero de carguíos en
Desde luego, he pasado por todos estos oficios como un fugitivo y sin
hacerme un sinvergüenza, sin duda porque siempre me cautivó la rebeldía de
aquel cantor de la milonga:
“Este mundo es de mortales...,
y por más
que nos amemos,
mientras
en él nos hallemos,
ninguna
otra Ley espere:
“Vivimos
de lo que muere...,
porque si
no... no comemos...”
“Y no veo la razón
del
orgullo en que insistimos:
sin
nuestro arbitrio vinimos...,
y tengo
por cosa fuerte,
que
vivamos de la muerte...,
en el
mundo que vivimos”.
Nunca he podido llegar ni a empleado público
ni siquiera a oficinista de empresa particular. Pero lo mismo duermo a pata
suelta...
Y, desde luego, amigos, hubiera hecho gracia a Uds. de mi biografía,
si no fuera que ella se remata con mi alegría de no ser nada. Ni siquiera un
escéptico, un incrédulo aburrido. Sencillamente, PUEBLO: campesino y buen
cristiano, aunque esté bien lejos de desdeñar el sentido de la advertencia
milenaria de Confucio, según la cual “quien no ama el canto, la mujer y el
vino, es un loco ignorante de la vida”.
Me gustan las mujeres bonitas que alegran nuestras horas y nos
absuelven de la pena ordinaria de vivir, los hombres mansos y valientes porque
son leales amigos, y los caballos ligeros. Los caballos ligeros me gustan
porque me fascina el espectáculo soberbio de su carrera y porque nunca se me va
de la memoria un antiguo proverbio africano que aprendí de los morenos de
Monserrat: “Que el hombre sincero compre un caballo, y huya cuando haya dicho
la verdad”.
Toda esta razón de mis oficios fugitivos explica, amigos, varias
cosas, a saber: que mi amigo José Rocha, Director de Radio Colón, me propuso
decirlas por su cuenta. Y yo le rogué que no las dijera, porque quería decirlas
yo mismo, sin vanidades ni falsas modestias que no me logran ni me alcanzan.
“Que el alma debo tener
hecha de
ancestros gitanos...;
Que voy por la vida sin amarguras y sin reclamarle a nadie sueldos
atrasados..., como un paradójico navegante solitario de tierras
mediterráneas...,
“Que el alma debo tener
hecha de
ancestros gitanos...;
que a mí
me gusta beber
en el hueco de las manos...”
...que yo no soy más que pueblo -carne sufridora de la de abajo- y que
todo lo que digo (copla y refrán, décima o retruécano) sólo es del pueblo:
dolor de su dolor, picardía de su inocencia y canto de su eterno canto.
Por eso, podría muy bien valerme de la sexteta inmortal del Viejo
Fierro..., y decir con él:
“Yo nunca
tuve otra escuela
que una
vida desdichada.
No
estrañen si en la jugada
alguna vez
me equivoco,
pues debe
saber muy poco
aquel que
no aprendió nada”.
Pero -y aunque las tengamos en mucho- no necesitamos de muletas los sanjuaninos. Y todavía viven, aunque ya viejos y sin vihuela, arrieros y pastores que a mí me enseñaron cosas tales…”.
domingo, 1 de mayo de 2022
lunes, 25 de abril de 2022
martes, 12 de abril de 2022
Una apretada síntesis
Eusebio de Jesús Dojorti – Buenaventura Luna
Huaco, 19 de enero de 1906 – Buenos Aires, 29 de julio de 1955
Eusebio Dojorti
nació en el seno de una familia acomodada, dueña del Viejo Molino y de vastas
extensiones de tierras, un porvenir con el que acaso soñó John Dougherty, el
prisionero irlandés de las Invasiones Inglesas de 1806 que decidió forjarse un
destino suramericano. En un boceto de su poema “Mis agüelos”, escribió su tataranieto:
“Mentaba el un mi agüelo feroces alegrías
de audacias marineras -el ala al estribor-
(… ) Yo vine a ser arriero, viniendo de los mares
tirado en una vela de aquellas irlandesas”.
Se crió en el
campo donde conoció de primera mano los padecimientos de los desheredados, y escuchó
y atesoró los modos del habla popular, y entendió que la vida del pobrerío no
aparece en la historia oficial sino que está inscripta “en las cruces de los llanos”. Siendo muy joven recorrió de punta a
punta el país argentino, y asumió su índole trashumante: “Tal vez porque nacieron, como yo, campesinos, mis hermanos se aferran
a sus predios trigueros (…) Yo emigré de la tierra y elegí los caminos”.
Antes de que
su nombre trascendiera desde el periodismo y la política, trabajó en lo que
pudo: “Pueblo soy,
primero, por infinito, insobornable amor al semejante; y, después, porque he
sufrido la experiencia de casi todos los oficios”. Se sumó a las luchas por cambiar los ejes
del debate político y cultural de su provincia y luego de la nación porque
entendía que “el pueblo criollo de la
república (…) viene siendo víctima” de un sistema jurídico “que legisló rara vez sin proponérselo, para
aniquilarlo. Para aniquilarlo, sí. Porque de 1853 arranca (…) la invasión
económica extranjera del país”.
Aunque se alejó de la política partidaria, siempre ejerció la militancia cultural: “Lo que vas a escuchar ahora es el resultado de mi frotamiento personal con los arrieros, labriegos y pastores de mi tierra, analfabetos, sí, a los cuales siempre tuve por cultos en despecho de modales que a los cultistas podían parecerles rústicos o bárbaros”. Comprendió que la cultura representaba un reclamo de futuro, y por ello llegó a reformular el conocido dilema entre civilización y barbarie: “Una forma de civilización puede derrumbarse y se derrumba; pero la cultura no. A la larga el hombre siente la necesidad de buscarse en lo nacional, en sus cantares y en sus coplas”.
Cimentó su pensamiento sobre una matriz cultural mestiza, alejada tanto de un indigenismo purista como de un españolismo de cuño conservador. Buenaventura Luna cultivó el “lenguaje sencillo y emocional” de las canciones, y logró que las audiencias gozaran de “la palabra embellecida por la inflexión humana del sentimiento en el misterio del aire” porque siempre creyó que “el de la palabra es el arte supremo”:
“Yo tengo de la palabra
sentido claro y diverso.
A veces se me hace canto
porque la entiendo a la vida
como una canción perdida
en medio del Universo”.