El tan mentado
regreso a la presencialidad tras el período pandémico (aunque los casos en
Ayer lunes, en
el cierre del Día de San Juan, el marco era el solemne salón José Hernández, ubicado
en el recoleto pabellón rojo donde se parapetan las corporaciones
comunicacionales que hacen y deshacen. Primero se presentó el “Diccionario de
Después fue el
turno del libro póstumo de Reina Domínguez, “Romanza de lo vivido”, y aquí José
supo saltarse todos los preámbulos y los agradecimientos caretas, para revindicar
el gesto que su amiga tuvo para con él cuando fue primero secuestrado y luego
preso por
Inclusive supo doblegar su pudor y contó cómo sus torturadores se burlaban de un poema suyo que le habían rapiñado y que profetizaba que “el cielo se atronó de pájaros negros”. Los verdugos que se reían porque “esto no es poesía” son los que hoy cumplen condenas por delitos de lesa humanidad. Y el supliciado, el entonces militante comunista José Casas, fue quien anoche habló desde la fraternidad para contar la deuda de compañerismo que tiene con Reina Domínguez.
Finalizado el acto comenzó el “selfismo”, ese mal de los tiempos que corren y al que son tan afectos los funcionarios de un país que tiene a la mitad de su gente viviendo de las sobras: ¿de verdad creen que a alguien le importa que ellos se promocionen al lado de quienes sí se animan a seguir pensando en términos de patria y humanidad?
Y como ambas palabras son inescindibles, nos parece que es preciso terminar esta crónica con el poema que abre “Lunas y territorios” y que, estamos seguros, va a perdurar entre lo mejor de la poesía jachallera:
LOS JACHALLEROS
Aquí nosotros. Así
nosotros. Entre estas cosas que vivimos
y que nos tienen
ocupados y preocupados en el mundo.
Porque se trata de los
oficios y los menesteres del pueblo.
De las ocupaciones y
preocupaciones de cada día.
Porque en el suceder
de las cosas y los hechos de la vida,
están nuestros
rencores y nuestras ternuras,
nuestros sufrimientos
y alegrías de hombres y de mujeres
en la urdimbre misma
de los rituales,
las creencias, la
ciencia que la gente desarrolla.
Nuestro destino
pareciera ser la pobreza y las despedidas.
Toda la suerte se
aleja de nosotros, pero regresa.
No existimos en
ninguna lluvia y sin embargo la amamos.
Porque es cierto.
Cuando hablamos de nosotros
se trata en realidad
del fuego y de su muerte.
Se trata del viento y
de sus ventisqueros.
Se trata de las casas
y los ranchos, del agua, de la cebolla,
de los derrames en el
río, de los cantos, la poesía, las fiestas que celebramos.
Se trata entonces de
la vida de cada uno, de la vida compartida
entre cielo y tierra,
entre todos nosotros.
Nosotros apenas estos
pequeños, inmensos seres humanos.
Se trata de todos, del
amor y de los enamorados,
del dolor y de los
dolientes, de Jáchal y los jachalleroos,
se trata de nuestros
santos y nuestros diablos,
de esta tierra, de
nuestra historia y nuestros pesares.
Se trata de las
señales que da la tierra.
De todas las
conversaciones, de todas las sangres.
Del mundo que
caminamos. Yo entre todos los nosotros.
Hemos nacido entre las
montañas, entre el viento y la lluvia.
Somos de aquí. No
podemos ser de todas partes.
Porque de tanto andar
no vamos a ninguna parte-
Porque ser de todas
partes es ser de ninguna.
Mientras llueve,
llueve sin cesar sobre mi territorio.
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