Por Carlos Semorile
Con esta nota comenzamos una serie de rescates de cómo aparece Eusebio Dojorti/Buenaventura Luna en los libros o artículos de quienes fueron sus amigos, o en los ensayos de distintos investigadores.
El extracto que ahora compartimos se
encuentra en el libro Nosotros, los
sanjuaninos, del historiador Rogelio Díaz Costa, editado póstumamente en el
año 1972. Así lo retrataba su amigo y compañero:
“Había
llegado al imperio cosmopolita, no solitario de tiempo y de amigos; llegaron
ambiciosos de cubrir un sector ignorante de rincones de la patria, asomada en
laderas de belleza inenarrable, de sonido de valles perdidos en la grandeza
indómita del Ande.
Lindo
grupo aquel de cuyanos, de casi todas las zonas. Mendoza,
A “él”
lo conocí en el ya desaparecido “Tupí-Nambá”, frente al Congreso; un estaño
largo pintado de color verdoso pálido que se confundía en rituales de semillón.
Ahí estaba de pie, semi inclinado y absorto en el tema íntimo de filosofía
sentenciosa: Juan Sarcione, Florencio Molina Campos, Sara Zemann, René Ruiz,
Hilario Cuadros; heterogénea pléyade de que se ha ido desgranando en el rosario
hereje de la ausencia postrera.
Varios
encuentros más y aquel apretón de manos inicial se convirtió en obligado y mudo
alzar del vaso ambarino de recuerdos y estimulantes de oratoria. “¿Sabés lo que
es cantar?”, me insinuó una noche y la respuesta no se me borró jamás. “Cantar
es conversar con música”.”
Tomamos hasta aquí el relato del periodista
sanjuanino que, sin mencionarlos en ningún momento por sus nombres, primero
habla de los integrantes de
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