De mi
hermano Cristian Mallea:
“PÁJARO
El fin de semana pasado, en algún rincón horario de
la noche, Ramón Marcelo Caballero tal vez se fue a sentar bajo un olivo. Quizá
pasó la víspera de la fiesta de la tradición, en la que debió cantar, pensando
en aquello que para siempre ignoraremos.
Me lo imagino sentado ahí, regalando al viento frío
de Jáchal su pensamiento claro y su infinita ternura, eso que lo hacía mirar
más allá de las caras de la gente, las hojas verdeolivas, las nubes nocturnas y
las piedras que habían caído del cielo como otras pestes que asolan hoy las
travesías del norte sanjuanino. Lo imagino sintiendo esa absoluta y radical
tristeza que debe sentir quien se va a ir. Pienso que estaba en paz, consciente
que pagaba el precio de haber construido su propio camino, lejos de la vanidad
y las apariencias.
Ninguno estaba preparado para ver partir al gran
trovador de Jáchal. Todos los escenarios, todos los fogones, todos los bares,
todos los amigos musiqueros, todos los poetas, todos los hombres y mujeres de
ley que he visto penar tras sus restos, lo esperarán ahora. Lo esperaremos
todos por siempre, mientras en un disco se escucha su guitarra criolla y su voz
de río.
Nunca había sentido sonar así una canción como la
que le dedicó su gente, ni un aplauso tan hondo (en un tono bajo, respetuoso,
casi rozado) como el que le regaló su pueblo. Pero volviendo a aquel patio, a
aquel olivo... Ay, Pájaro, ¿así tenía que ser? Voy a tardar en responderme esta
pregunta. Mientras tanto, te deberé por siempre este silencio, este respeto,
este amor. Hasta la vista, hermano”.