Por Carlos
Semorile
Hoy
en la mañana, mi compañera puso un amoroso cuidado en darme la pésima noticia
de la muerte de Marcelo “Pájaro” Caballero. Otros con más conocimientos y
cercanía, harán la crónica de sus trabajos y sus días, pero puedo afirmar que
ha muerto un inmenso cantor, un jachallero que hace mucho debió trascender al
conocimiento masivo que merecen –y muchísimas veces no tienen- los muy buenos
intérpretes del canto argentino. Y eso duele porque el Pájaro hubiese tenido
otras chances, y duele porque una inmensa mayoría ignora cuánto ha perdido con
su muerte. Se desconoce su canto pausado y melodioso, la cálida potencia de su
voz y, sobre todo, su formidable ternura.
La
última vez que lo vi, estuvimos charlando en la puerta de
No
suelo escribir así el nombre de Eusebio Dojorti, y si lo hago aquí es porque el
Pájaro era uno de esos hombres que realmente aman la poesía y el canto de
Buenaventura. En su último disco, se le había quedado afuera una versión creo
que de
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