(Foto de Antonio
Santos en la localidad El Médano, San Juan, previa al eclipse de anoche)
MAMA LUNA
Buenaventura Luna
Tu destino es como el mío,
Mama Luna, por lo incierto:
un reflejo de laguna,
plena luz en un desierto.
Me voy pareciendo al año
primitivo de tu cuna:
y estoy maldito de daño,
media luna, media luna.
Soy tu luz en el sendero
celeste de lo infinito…
Yo te anuncio sin un grito,
soy el lucero, soy el lucero.
De oriente vienes naciendo,
tu nombre es antiguo y raro
y yo te miro, sabiendo
que lo mejor es ser claro.
Si lo mejor es ser claro
en la dicha y en la pena,
yo evoco tu nombre raro
esta noche, luna llena.
Y si te vas a morir
como todo lo que vive,
no te quedes a mentir
en el fondo de mi aljibe.
Vete a morir en lo triste
donde muere todo grito,
Mama Luna, tú que diste
la razón de lo infinito.
Yo te sigo por viajera
y porque quiero entender
si una mujer en la espera
es un querer, un querer.
Si te caes, Mama Luna,
alguno habrá de decir
que te alzaste de tu cuna
solo a parir, solo a parir.
Hablen del sol los mayores
poetas del tiempo eterno.
Yo adoro tus resplandores,
Mama Luna, yo soy tierno.
Mama Luna, yo tenía
un dolor que agradecerte:
el vivir en agonía
y la pena de quererte.
Mama Luna, por lo que eres
yo bendigo tu pasado
y entre todas las mujeres
tu pasión y tu pecado.
Si eres así, Mama Luna,
qué puedo hacer por salvarte,
si alguna noche, si alguna,
pudieras luna, quedarte.
Si alguna noche pudieras
quedarte firme en el cielo
tú vieras, luna, tú vieras
cómo es de grande mi anhelo.
Tú vieras en noche oscura
alumbrada por tu clara
la fecunda preñadura
de mujer que yo preñara.
Tú vieras, nocturna luna
y aunque antes nadie lo dijo,
una blancura de cuna:
blancura porque es de mi hijo.
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