Por Carlos Semorile
En la edición del sábado 3
de julio de Página/12,
y en el suplemento cultural del periódico Miradas
al Sur del domingo 11 de junio, sendas notas se ocupan de registrar
el repertorio que por estos días encara Juan “Tata” Cedrón: Milongas del campo, titula
Mariana Merlo para la revista Asterisco.
En la entrevista de Karina Micheletto, es el propio Tata quien define el rumbo
y asimismo sus antecedentes: “Elegí las cosas criollas de Gardel, las tonadas
de Saúl Salinas y de Francisco Martino, que cantó con Gardel en sus comienzos,
fundadores de ese estilo de voces y cultores de ese folklore cuyano y pampeano
tan rico. Como decía Buenaventura Luna, ese folklore venía de los fogones del
ejército de San Martín, donde se juntaban los paisanos de toda Latinoamérica a
compartir su música, ése fue un verdadero germen para la música cuyana”.
Efectivamente, en sus Reflexiones acerca del Canto Nativo,
Buenaventura Luna consignó con las siguientes palabras este hecho que menciona
Juan Cedrón:
Yendo y viniendo, en Cuyo dejó su copla y su cantar el hombre del llano, el de la ribera, el de la selva... Por otra parte, la circunstancia de haberse organizado al pie del Aconcagua el Ejército del Libertador, debe inducirnos a creer que en los fogones de El Plumerillo se oyeron durante años los tristes, cifras, cielos y milongas de la llanura, los aires cordobeses, las chacareras santiagueñas, las vidalas calchaquíes.
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