Un
par de días atrás publicamos un fragmento de un texto de Buenaventura titulado “Descripción
de Maclacasto, pago de los gauchos pobres”, destinado a su audición “V
Doble Zafarrancho Vocal”.
Dijimos entonces
que era probable que “Maclacasto” fuese una localidad imaginada por Luna para
situar allí su relato que tiene, como señala la amiga Helena Atienza, todos los
componentes de una realidad social concreta. Por su parte, y consultado por
nosotros para despejar cualquier duda, el compañero José Casas nos confirmó que
no hay registro de que haya existido un pueblo llamado así, y que es verosímil
que Eusebio Dojorti tomara a Tucunuco como modelo de “Maclacasto”.
Recordemos (siguiendo la investigación que nuestro hermano Casas llevó adelante como parte
de su Tesis de Doctorado en Ciencias Sociales en la Facultad de Ciencias
Políticas y Sociales de la UNC (2015) –parte de esta tesis luego la incorporó
en nuestro libro “Huaco, la tierra que yo más amo”-), que tras el fracaso de la
Unión Regional Intransigente, y antes de dedicarse a la radio con el seudónimo
de Buenaventura Luna, Dojorti bregó por los pueblos de la travesía, entre los cuales
estaba Tucunuco.
De ahí la
importancia de este nuevo hallazgo que, por lo que llevamos dicho, puede ser datado
hacia los mismos años que la ya compartida “Descripción de Maclacasto” (acaso 1935,
1936 como muy tarde). En este caso, el texto es más breve y se halla manuscrito
en una hoja suelta, de tamaño mediano, y que lleva señales del paso del tiempo
(tiene un doblez a mitad de la hoja que puede subsanarse, pero le falta parte del
margen superior derecho). Por lo demás, si bien comienza de modo similar, luego
varía y es muy interesante la manera en que Dojorti/Luna presenta a las mujeres
del pueblo reclamando a viva voz, mientras los hombres callan.
Carlos Semorile.
Descripción de Tucunuco, pago
de los gauchos pobres
Sábado. Pagan en los “Jasllampes”. Esto quiere decir que hay disgustos
y satisfacciones a todo pasto. En los “Jasllampes” tienen “el” costumbre de
“tratar a los cristianos, grandes y chicos, todos los sábados, porque todos los
sábados hay “arreglo” general de libretas.
Este “mal costumbre” que los patrones tienen
de amonestar a la pionada, suscita con frecuencia comentarios diversos en las
quinchas. Casas de mujeres que siempre tienen la lengua más suelta que el
cristiano varón…
-¡Eso es pa´ que viás vos!... Ya va pal año
y tuaviya no los han daula libranza pa´ sacar esos trapos de la tienda ´el
turco ´e la Villa…
Los cristianos varones, ¡como si
lloviera!... No oyen, no piensa p´ajuera… Como si también tuvieran callos en el
entendimiento…
Pero las mujerucas son porfiadas:
-¡Y tan amigos que son de las “retailas”!
¡Eso es lo que más me gusta a mí! Uno se mata pa´ servirleh bien, hasta con los
changos, pero ellos nunca tan conformes…
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