Por Carlos Semorile
Anoche, 1º de Mayo,
presentamos "Huaco, la tierra que yo más amo", en el Stand de San
Juan de
Cristian Mallea ofició,
con ternura, talento y mesura, de maestro de ceremonia. Explicó el alcance de
la iniciativa, que implica echar a andar un sello editorial que forma parte del
Centro Cultural Jáchal -
José Casas, con su pluma
impar, trazó un recorrido poético por los contenidos del libro, y por las
biografías de sus autores, todos ligados, de una manera u otra, con aquel
"valle que sueña con un lejano horizonte". Rescató asimismo aquel
verso de Buenaventura Luna, que ya es de alcance universal:
“Yo tengo de la palabra
sentido claro y diverso.
A veces se me hace canto
porque la entiendo a la
vida
como una canción perdida
en medio del Universo”.
Sandra Palomares le puso garra, amor y pasión a las palabras que este servidor escribió como Prólogo del
libro. Si el oído no me falla, se comprendió desde el espíritu, y también desde
los corazones que la obra de Eusebio Dojorti/Buenaventura Luna es un
llamamiento al amor "por su gente, por su idioma, por su filosofía y por
su canto. Por el pueblo irredento, por sus aspiraciones, sus creencias y su
fe".
Un emocionado Diego Capdevila, el hijo de Don Tito Capdevila, se fue acrecentando en la voz y el sentimiento a medida que pasaban los temas: una obra de su padre dedicada a Don Buena, Los últimos gauchos, y Vallecito.
Y, entonces, quienes nos
acompañaron, y aún quienes acertaban a pasar por allí, pudieron sentir “las
piadosas manos magras” de aquella “vieja huaqueña, de negro rebozo pobre, y
antiguo credo cristiano”.
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