El Pensamiento de Buenaventura Luna

Eusebio de Jesús Dojorti, popularmente conocido como Buenaventura Luna, fue un destacado folklorista sanjuanino nacido en 1906 en Huaco y fallecido en 1955 en la ciudad de Buenos Aires. Pese a que éste es su perfil más conocido, su trayectoria pública tuvo muchas otras facetas: fue militante político, periodista, escritor costumbrista; creador, director y productor artístico de grupos de música nativa; libretista y animador de sus propios programas radiales; poeta, músico, letrista y recitador. En cada una de estas áreas puede rastrearse una rabiosa piedad política por el semejante, por el hombre y la mujer humildes del país argentino, por la Justicia Social. Este blog intentará dar cuenta de la originalidad y la riqueza que Dojorti/Luna desarrolló en su infatigable laborar en el ámbito de la Cultura Popular: una reflexión que puede enmarcarse dentro del Pensamiento Nacional pero también, y a la vez, un pensamiento propio. Un Pensamiento Dojortiano.

jueves, 22 de agosto de 2024

Pampa del Chañar - Andrés "Lolo" Hidalgo

"Del viaje largo, del breve amor"


 

   Al dorso de una de sus “hojitas sueltas”, aún se lee –con dificultad, pero se lee- esta deliciosa “copla y media” que Buenaventura Luna escribió acaso ensayando lo que luego sería su conocido poema “Mis agüelos”:

 

Mi abuelo fue arriero de viejas troperías,

mi padre fue labriego con alma de pastor.

Los dos, de aquellos hombres que consumen sus días

entre yerba, tabaco, ginebra y buen humor.

 

Tenían la nostalgia de antiguas tolderías,

del viaje largo, del breve amor.


viernes, 19 de julio de 2024

"Luego recobra su aliento"


 

 

   Nuestra madre y abuela Olga Maestre solía usar una expresión categórica y precisa cuando una expresión artística carecía de calidad o -peor aún- degradaba algo genuino, y entonces decía “Puro ripio”.  

Este modismo lo había tomado a préstamo del padre de sus hijos, Eusebio Dojorti, quien solía usarla en las mismas circunstancias para descalificar lo que fuera que pretendieran venderle como arte, sin serlo.

Brígida Maestre –hija de ambos- pensaba que su padre había sido exigente “y diría que hasta duro con sus músicos”, pero ello se debía a que, antes que con el resto, “primero era muy exigente consigo mismo”.

En la vida literaria de un escritor y poeta esto se ve reflejado en sus escritos que suelen estar cruzados por tachaduras y por distintos tipos de enmiendas que buscan mejorar el texto o, como en este caso, el verso.

Como puede leerse en el escaneo, Buenaventura va ensayando diversas variantes. En un momento escribe “El valle…”, del que va a decir que “queda un momento como en un vago estupor”, pero luego se decide porque sea “La vida…” misma la que permanezca en estado de estupor. En esta deriva, hay varias líneas tachadas por completo y hay un inicio también descartado, pero luego rescatado para que sea la primera línea del pulso final del verso, cuando dice: “Luego recobra su aliento…”.

Lo recobra el valle, y lo recobran los versos del poeta buceador que no se conforma con la primera versión de lo que escribe. Era, como también decía Brígida, un gran laburador y no se permitía caer en el “puro ripio”.

Carlos Semorile.

 

La piedra se trueca en otro

y la nieve en arrebol:

sobre el cerro, como un toro,

se está desangrando el sol.

 

(Siguen cuatro líneas tachadas)

(Tachado: El valle) La vida queda un momento

como en vago estupor…

(Tachado: Luego recobra su aliento)

sin el más leve rumor

sin el más vago movimiento.

Luego recobra su aliento

(Siguen cinco líneas tachadas)

laborioso y creador;

y sobre el fresco verdor,

en toda extensión del agro,

cada espiga es un milagro

y un prodigio cada flor.


Zamba de la Toldería - Grupo Yaraví

jueves, 18 de julio de 2024

Zamba Triste - El Chango Huaqueño

Dorada como un canto de cencerros


  

Una muestra de lo que la inspiración de Buenaventura Luna fue dejando esparcida en tantas hojitas sueltas, como esta donde escribió:

 

Dorada como un canto de cencerros,

como una tarde que murió otro día,

yo la encontré una tarde entre los cerros,

cuando el sol de los Incas se moría.