El Pensamiento de Buenaventura Luna

Eusebio de Jesús Dojorti, popularmente conocido como Buenaventura Luna, fue un destacado folklorista sanjuanino nacido en 1906 en Huaco y fallecido en 1955 en la ciudad de Buenos Aires. Pese a que éste es su perfil más conocido, su trayectoria pública tuvo muchas otras facetas: fue militante político, periodista, escritor costumbrista; creador, director y productor artístico de grupos de música nativa; libretista y animador de sus propios programas radiales; poeta, músico, letrista y recitador. En cada una de estas áreas puede rastrearse una rabiosa piedad política por el semejante, por el hombre y la mujer humildes del país argentino, por la Justicia Social. Este blog intentará dar cuenta de la originalidad y la riqueza que Dojorti/Luna desarrolló en su infatigable laborar en el ámbito de la Cultura Popular: una reflexión que puede enmarcarse dentro del Pensamiento Nacional pero también, y a la vez, un pensamiento propio. Un Pensamiento Dojortiano.

lunes, 15 de julio de 2024

Narrar lo propio



 

   Desde hace unos días venimos publicando fragmentos de escritos –por ahora mecanografiados, pero pronto llegarán los manuscritos- que están entre los invaluables “papeles sueltos” de Dojorti/Luna.

El que hoy compartimos (junto con el escaneo correspondiente al fragmento que citamos), tiene  algunas particularidades que vale la pena señalar. Se trata de la primera parte de una narración que Buenaventura ubica en la imaginaria localidad de “Maclacasto”, y este relato estaba destinado a salir al salir en “V Doble Zafarrancho Vocal”, la segunda de sus audiciones en la antigua Radio Graffigna de San Juan, allá por 1936.

Al final de esta primera entrega de su texto, Luna decía: Amigos de V DOBLE: Esto se va haciendo demasiado largo. Con la licencia de Uds., continuaré mañana este relato que, como ya se ha dicho, denominamos “Descripción de Maclacasto, pago de los gauchos pobres”. Y debajo de estas líneas, mecanografió los breves anuncios de la Farmacia Yanzi (de Rivadavia y Sarmiento) y de los taxis “estacionados en la Plaza de Mayo”. Lo cual confirma que siempre escribió las publicidades de sus programas.

Respecto del contenido propiamente dicho de su estampa, diremos lo mismo que ya dijimos en tantas oportunidades: resulta imprescindible narrar lo propio porque, como es sabido, no se ama lo que no se conoce.

 

DESCRIPCIÓN DE MACLACASTO,

pago de los gauchos pobres

SABADO- Hacia el poniente de piedra y nieve, la media tarde voltiada ya va queriendo atropellar las tranqueras que dan campo a la noche. Están pagando en “Los Jasllampes” de Maclacasto, pago de los gauchos pobres. Contra la compuerta del almacén –establecido en un cuarto esquinero del viejo caserón- se apretuja la pionada: hombres, mujeres y niños de toda laya y tamaño, en pintoresco abigarramiento de pantalones de jerga, batas azules, percales lunarejos o floreados, mantos oscuros y cotas de lienzo azargado, que el día del estreno posiblemente fueron blancas…

Abigarramiento de trapos y de carne cansada y hambrienta: campañistos, pastoreadores, camperos, regadores; chinitas segadoras, alzadoras de trigo o quebradoras de maíz; mujerucas con labores a destajo: chuchoqueras, tejedoras, hilanderas, majadoras, entrojadoras, deschaladoras….; changos negritos –carnes magras y ojillos bailones de malicia-; loriadores, langosteros, alquicheros, ovejeros…, todos niños con el alma silenciosa habituada a la soledad de los campos, con sus alternativas escasas pero siempre serias: la persecución del zorro, la lucha contra la víbora y  la “uplupa”, la caza de pájaros a live u honda, el hurto de pichones de los nidos… Niños, changos campesinos, escépticos y desconfiados por razón de ambiente… Niños que tienen en más estima la diligente y leal amistad de su choco lanudo y olfateador, que los pone sobre aviso de todo peligro y posibilidad de aventura, que no la palabra casi siempre interesada y artera de sus semejantes.


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