El Pensamiento de Buenaventura Luna

Eusebio de Jesús Dojorti, popularmente conocido como Buenaventura Luna, fue un destacado folklorista sanjuanino nacido en 1906 en Huaco y fallecido en 1955 en la ciudad de Buenos Aires. Pese a que éste es su perfil más conocido, su trayectoria pública tuvo muchas otras facetas: fue militante político, periodista, escritor costumbrista; creador, director y productor artístico de grupos de música nativa; libretista y animador de sus propios programas radiales; poeta, músico, letrista y recitador. En cada una de estas áreas puede rastrearse una rabiosa piedad política por el semejante, por el hombre y la mujer humildes del país argentino, por la Justicia Social. Este blog intentará dar cuenta de la originalidad y la riqueza que Dojorti/Luna desarrolló en su infatigable laborar en el ámbito de la Cultura Popular: una reflexión que puede enmarcarse dentro del Pensamiento Nacional pero también, y a la vez, un pensamiento propio. Un Pensamiento Dojortiano.

sábado, 26 de agosto de 2023

Lo que viaja en el corazón de la palabra


    De entre las canciones, poemas y textos donde Eusebio Dojorti habla de su tierra, “El Molino de Huaco” aborda un asunto que nos parece medular. Luego de relatar los diferentes intercambios comerciales que allí se dan a lo largo del día, dice: “Cuando los rayos del sol besan la cruz del molino, la paisanada aguarda el turno de la muela entregada a pasatiempos diversos de fuerza y destreza (aunque…) los más prefieren el calor de los fogones, el mate a la ronda y los choclos al rescoldo”.

Enseguida señala que “Comienza entonces la verdadera vida social de pastores y troperos, hombres sabidos en la ciencia de la paciencia sin gritos ni lloros y de la mansedumbre siempre igual”. Y una vez presentada la situación que reúne y convoca a los personajes alrededor de los fogones, plantea una síntesis formidable: “Habla entonces, entre bandas inmensurables de silencio, la cultura”.

La “verdadera vida social” se inicia cuando, según Buenaventura, las huaqueñas y los huaqueños toman la palabra y, al tomarla, dan inicio a un fenómeno tan inconmensurable como el silencio mismo: la cultura.

Siguiéndolo a Luna, los relatos que los paisanos comienzan a escuchar a partir de ese momento crucial y mágico, están preñados de aquello que viaja en el corazón de la palabra: la memoria y la historia. En ese orden, porque no es la Historia de los libros sino la de “las cruces de los llanos” (como reza una antigua copla que él citaba a menudo), es decir la historia tal como la atesora la memoria popular.

Llegados a este punto, se impone reconocer que el pueblo de Huaco, a partir de la centralidad que mantuvo la figura y la obra de Dojorti/Luna para toda su comunidad, ha sostenido a lo largo del tiempo una práctica que siguió privilegiando la conjunción de la memoria y la historia en clave popular y, al mismo tiempo, como continuidad de ese tomar la palabra para no dejar de ser ellos mismos.

En la transmisión generacional de ese tesoro popular a través de la oralidad y de celebraciones conmemorativas cada 19 de enero y cada 29 de julio (fechas del natalicio y fallecimiento de Dojorti), las huaqueñas y los huaqueños han sabido ejercer aquello que por lo general se le pide a la Historia que brinde como enseñanza: una conexión con el pasado compartido como colectividad que se reconoce en una identidad que los singulariza y les permite sostener su propio entramado social.

Todo lo han hecho desde iniciativas surgidas en su seno y mantenidas al margen de cualquier apoyo oficial. Por ello sería un acto de estricta justicia que a Huaco se le reconociera su carácter de pueblo histórico, tanto por las razones que expone José Casas, como porque sus paisanas y paisanos tomaron la palabra y, en ella, el latido de su memoria y de su historia. 

 Por Carlos Semorile.