El Pensamiento de Buenaventura Luna

Eusebio de Jesús Dojorti, popularmente conocido como Buenaventura Luna, fue un destacado folklorista sanjuanino nacido en 1906 en Huaco y fallecido en 1955 en la ciudad de Buenos Aires. Pese a que éste es su perfil más conocido, su trayectoria pública tuvo muchas otras facetas: fue militante político, periodista, escritor costumbrista; creador, director y productor artístico de grupos de música nativa; libretista y animador de sus propios programas radiales; poeta, músico, letrista y recitador. En cada una de estas áreas puede rastrearse una rabiosa piedad política por el semejante, por el hombre y la mujer humildes del país argentino, por la Justicia Social. Este blog intentará dar cuenta de la originalidad y la riqueza que Dojorti/Luna desarrolló en su infatigable laborar en el ámbito de la Cultura Popular: una reflexión que puede enmarcarse dentro del Pensamiento Nacional pero también, y a la vez, un pensamiento propio. Un Pensamiento Dojortiano.

lunes, 29 de abril de 2013

Mi sombra, por Eusebio Dojorti



Mi sombra

Por Eusebio Dojorti

 

Debo venir de una sombra,

porque aunque quise ser claro,

ya soy oscuro brillante,

como un caballo que muda,

después del invierno el pelo.

 

Debo venir de una sombra

y de un misterio a llorar.

Un tiempo me di a pensar

que ascendía hacia la luz,

y cuando quise acordar,

ya no me pudo librar

de aquel afán de soñar

bajo el yugo, mi testuz.

 

Acaso tuve sospechas

de lo heroico y de lo santo.

“Bueno es ser bueno” -me dije-

y es tanto lo que por eso he sufrido,

que ya no me asombra el llanto,

ni la risa ni el olvido.

 

Desde que tengo conciencia,

me va siguiendo una sombra.

Quise huir

desde esa sombra a la luz;

y otra vez volví a sufrir

acaso por no reír

en lo negro de mi cruz.

Monté un caballo al alba,

busqué otro amor de mujer;

y nunca pude entender,

ni en el borde del abismo,

de aquella sombra el poder:

era yo mismo, yo mismo.

 

¡Qué mares no habré surcado,

qué vidas no vi nacer!

¡Qué plantas no holló mi planta,

que ríos no vi correr!

¡Qué lunas no vi pasar,

qué vuelos no vi morir;

qué sol ni viento al nadir,

qué estrellas no vi llorar!

 

Sonrían adolescencias

ignorantes del futuro:

ya sé la peor de las ciencias:

la de ser triste y oscuro!

 

Quise huir por andar lejos,

desprenderme de mi sombra.

Me disparé a las llanuras,

me refugié en las montañas,

mas siempre siguió la sombra

aliada a mí pero extraña.

 

Me he cansado en pleno día,

cansé todos mis caballos.

Lejos, revientan los gallos

su elemental armonía.

Vamos llegando, caballo,

-viniendo desde tan lejos-;

ya vuelve a cantar el gallo,

ya somos mansos y viejos.

 

Ya no tengo aquí a mi madre

ni recuerdo de mujer

por quien sufrir en el tiempo,

no tengo por quién volver.

Ya es de noche, ya no andamos

galope en fuego divino;

y de vieja aquella sombra

quedó muerta en el camino.

 

Sombrita que me has seguido

a lo largo del destino,

tú no eres más que el olvido,

déjame andar un camino.

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