El Pensamiento de Buenaventura Luna

Eusebio de Jesús Dojorti, popularmente conocido como Buenaventura Luna, fue un destacado folklorista sanjuanino nacido en 1906 en Huaco y fallecido en 1955 en la ciudad de Buenos Aires. Pese a que éste es su perfil más conocido, su trayectoria pública tuvo muchas otras facetas: fue militante político, periodista, escritor costumbrista; creador, director y productor artístico de grupos de música nativa; libretista y animador de sus propios programas radiales; poeta, músico, letrista y recitador. En cada una de estas áreas puede rastrearse una rabiosa piedad política por el semejante, por el hombre y la mujer humildes del país argentino, por la Justicia Social. Este blog intentará dar cuenta de la originalidad y la riqueza que Dojorti/Luna desarrolló en su infatigable laborar en el ámbito de la Cultura Popular: una reflexión que puede enmarcarse dentro del Pensamiento Nacional pero también, y a la vez, un pensamiento propio. Un Pensamiento Dojortiano.

martes, 20 de agosto de 2013

“Y te pedí un amor de luna llena...”



Por Carlos Semorile

 

Esta podría ser, acaso, una breve historia sobre el vals “Puentecito de mi río”, sobre los tiernos motivos que Buenaventura Luna tuvo para componerlo y, también, sobre un precario puente que pasaba por La Ciénaga, puentecito que una de las tantas crecientes se llevó…

 

   Fue un instante fugaz en el vacío;

fingió un gesto de amor tu faz morena,

yo te conté mi pena de amor junto al río

y te pedí un amor de luna llena.

 

“Alguien recuerda que tuvo una novia. Ella vivía algo lejos. Cuando de noche se desvelaba pensando, montando su caballo galopaba cruzando el ‘Puentecito’, para ir a cantarle una tonada en las sombras de la noche y volverse sin verla. Pero la perdió”.[1]

 

   Yo te conté mis penas junto al río

era un gesto de amor tu faz morena…

 

“Se la quitó un amigo rico. Tenía 14 años. Escribió una carta a ese amigo, hablándole del concepto de la amistad que él tenía. ‘El mejor blasón de un hombre -decía- es ser buen amigo’. ‘Hizo bien en elegirte a ti. Tú eres rico, culto. Yo solamente, como dice ella, una inteligencia campesina, una inteligencia perdida, una inteligencia destruida’. Entonces, abandonó Huaco”.[2] No sin antes escribir “unas décimas adolescentes a un amor frustrado”.[3]

 

   Me diste lo que me diste…

y si eso es todo cuanto pudiste,

ya no he de ponerme triste

porque no existe lo que mentiste.

 

 

Puentecito de mi río

 

Puentecito del río que pasa

hacia el valle de fresco verdor,

cuántas veces al ir a su casa

a besar de sus labios la flor,

como el río que corre cantando

tú escuchaste mi canto de amor.

 

Viejo puente de piedra entre las flores

de mis selvas y sierras del Chañar,

ya no estás como entonces sobre el río

que mil noches platearon las lunas al pasar.

 

Roto el puente ya no podré llegar

con mi verso, mi copla y mi canción,

hasta el rancho en que vive la más bella,

la dulce paisanita que adora el corazón.

 

En el cauce rezonga bravío

desafiando mi amor y mi fe,

pero yo he de vencer a ese río,

otro puente sobre él tenderé,

y otra noche cantando, cantando,

paisanita, a tu lao volveré.

 

(Ilustración: “Gran Puente de Luna”, del dibujante Cristian Mallea).



[1] Narrado en 1956 en Jáchal por Eva Nieto.

[2] “Dojorti, Luna y Don Buena”, artículo de Rogelio Díaz Costa publicado en el Diario de Cuyo el 27 de julio de 1958.

[3] Hebe Almeida de Gargiulo, Elsa Esbry de Yanzi y Alda Frassinelli de Vera, Buenaventura Luna, su vida y su canto, Senado de